Miguel Barreno Jatar
Hoy es miércoles 20 de mayo, día del Cronista en Venezuela.
Debería estar de fiesta y celebrar mi día al igual que mis colegas en otros
lares, pero ahora no estoy para celebraciones, porque mientras que mis
semejantes sufren las penurias de la vida, igual las sufro yo.
Mientras que la tierra que me vio nacer se hunda en el
abandono y la desidia, no puedo estar ofreciéndole cantos y poemas de agradecimiento
a la maestra vida.
Y lo hago en un momento difícil para los santaneros. Lo que ahora
nos encontramos padeciendo nunca lo habíamos vivido, ni en los tiempos de la
hambruna de 1912, año cuando nuestros antecesores tuvieron que huir y abandonar
la península para no morir de hambre en los caminos peninsulares.
Tranca de la vía Santa Ana en protesta por 15 días sin luz y un mes sin agua. Foto: Yunio Lugo
La dramática situación que a continuación les confieso, lo
hago bajo palabra de juramento y sin que me quede nada por dentro: casi dos
semanas sin luz, sin agua, sin gas, sin teléfono, sin alimentos, una plaza
Bolívar en ruinas, el cableado público destruido por fallas eléctricas que
pudieron acarrear graves tragedias familiar, hablan de un pueblo de fantasmas.
Y si por inseguridad fuera, diría lo que dicen muchos agraviados “somos un pueblo
del oeste” a merced de robos en nuestros hogares y asaltantes en plena vía pública.
Las protestas en la parroquia Santa Ana del municipio Carirubana y en todo el municipio Falcón exigiendo agua y luz colapsaron las vías y el sistema de transporte. Foto: Yunio Lugo
Señora gobernadora y señores alcaldes paraguaneros, basta de
tanta indiferencia…unan esfuerzos para darle una mano a la gente de Santa Ana,
que es como la capital histórica de la península de Paraguaná. Y si creyesen
que lo que hoy escribo es alarmismo o politiquería, se les invita a visitar el
pueblo y vean lo que está sucediendo y oigan a sus vecinos.
Hasta 2.500 bolívares cuesta llenar un tanque de agua, cuando se logra conseguir un camión cisterna en las zonas rurales de Paraguaná. Foto: Yunio Lugo
Aunque sea por poco
tiempo, salgan del aire acondicionado de sus oficinas y vivan piel con piel el
sufrimiento de un pueblo valiente que a pesar de haber aguantado calamidades
como las de 1842, cuando después de vivir días de agonía en pos de la libertad,
el pueblo se levantó de sus cenizas y cual ave fénix
pasó a ser -según los historiadores- la más floreciente población paraguanera.
Respetados gobernantes falconianos, hoy es tiempo es escribir
una página de alegría en el libro de la crónica peninsular…unan voluntades y
lleven pronto una buena noticia a Santa Ana.