martes, 19 de mayo de 2015

Cronista de Santa Ana de Paraguaná se pronuncia ante la problemática de su pueblo natal

Miguel Barreno Jatar

Hoy es miércoles 20 de mayo, día del Cronista en Venezuela. Debería estar de fiesta y celebrar mi día al igual que mis colegas en otros lares, pero ahora no estoy para celebraciones, porque mientras que mis semejantes sufren las penurias de la vida, igual las sufro yo.

Mientras que la tierra que me vio nacer se hunda en el abandono y la desidia, no puedo estar ofreciéndole cantos y poemas de agradecimiento a la maestra vida.

Y lo hago en un momento difícil para los santaneros. Lo que ahora nos encontramos padeciendo nunca lo habíamos vivido, ni en los tiempos de la hambruna de 1912, año cuando nuestros antecesores tuvieron que huir y abandonar la península para no morir de hambre en los caminos peninsulares.

Tranca de la vía Santa Ana en protesta por 15 días sin luz y un mes sin agua. Foto: Yunio Lugo


La dramática situación que a continuación les confieso, lo hago bajo palabra de juramento y sin que me quede nada por dentro: casi dos semanas sin luz, sin agua, sin gas, sin teléfono, sin alimentos, una plaza Bolívar en ruinas, el cableado público destruido por fallas eléctricas que pudieron acarrear graves tragedias familiar, hablan de un pueblo de fantasmas. Y si por inseguridad fuera, diría lo que dicen muchos agraviados “somos un pueblo del oeste” a merced de robos en nuestros hogares y asaltantes en plena vía pública.


Las protestas en la parroquia Santa Ana del municipio Carirubana y en todo el municipio Falcón exigiendo agua y luz colapsaron las vías y el sistema de transporte. Foto: Yunio Lugo 



Señora gobernadora y señores alcaldes paraguaneros, basta de tanta indiferencia…unan esfuerzos para darle una mano a la gente de Santa Ana, que es como la capital histórica de la península de Paraguaná. Y si creyesen que lo que hoy escribo es alarmismo o politiquería, se les invita a visitar el pueblo y vean lo que está sucediendo y oigan a sus vecinos.

Hasta 2.500 bolívares cuesta llenar un tanque de agua, cuando se logra conseguir un camión cisterna en las zonas rurales de Paraguaná. Foto: Yunio Lugo  

 Aunque sea por poco tiempo, salgan del aire acondicionado de sus oficinas y vivan piel con piel el sufrimiento de un pueblo valiente que a pesar de haber aguantado calamidades como las de 1842, cuando después de vivir días de agonía en pos de la libertad,  el pueblo  se levantó de sus cenizas y cual ave fénix pasó a ser -según los historiadores- la más floreciente población paraguanera.


Respetados gobernantes falconianos, hoy es tiempo es escribir una página de alegría en el libro de la crónica peninsular…unan voluntades y lleven pronto una buena noticia a Santa Ana.