Drama de la familia Zea Thompson
Margot Thompson de Zea se
sintió viuda entre los días 14 y 17 de febrero de 1942. Sencillamente, su
esposo, Nolasco Zea, contramaestre del tanquero petrolero Monagas, fue dado por muerto al igual
que el resto de los 31 tripulantes del barco hundido al ser torpedeado
desde un submarino alemán entre las costas de Paraguaná y Curazao.
Nolasco salió a navegar
en el buque al mando del práctico, capitán Luis Marcano, oriundo de Margarita.
La embarcación registrada como propiedad de la Mene Grande Oil Company tenía
como capitán designado al inglés llamado Walter T. Buschell.
La noche del 15 de
febrero, después que cargaron crudo en el Lago de Maracaibo, Marcano puso rumbo al Golfo de Venezuela camino hacia la refinería
de Curazao.
El mar estaba tormentoso
aquel día de carnaval lo cual retrasó varias horas la partida prevista de la
flota cargada de crudo. Debajo de la superficie se movían las infernales
máquinas al acecho del paso tanto del Monagas como de los otros petroleros que
formaban la caravana, los aguardaban impacientes los tripulantes de alguno de
los tantos submarinos alemanes que en aquel tiempo operaban en el Caribe, donde
apagaron muchas víctimas -algunos cálculos hablan de 150 personas- y lograron
incendiar en alta mar miles de barriles de petróleo extraído de Venezuela.
Los Zea vivían en una buena casa que el veterano marino que era Nolasco, hizo construir en un solar cercano a la orilla del mar teniendo a la vista el muelle de Carirubana. Allí residía con su esposa de origen inglés aunque venezolana y paraguanera de pura cepa, y siete hijos, el menor de ellos, Isidro Zea Thompson.
Isidro sigue con interés
todo lo relativo a los daños que la marina alemana infringió en el Caribe
durante la II Guerra Mundial. Lo entrevistamos en el Museo del Transporte de
visita a su amigo Jorge Bello Domínguez, ex funcionario de la Cía. Shell de
Venezuela y bibliotecario del Museo.
Al Monagas lo atacaron frente a Punta Macolla, a siete millas o 30
brazas dentro del propio Golfo de Venezuela, en las primeras horas de la madrugada del día 16. Fue blanco del torpedo disparado desde el U-502,
tipo IXC al mando del capitán Jurgen von Rosenstiel.
Pero la noticia tardó en
llegar a los pueblos falconianos de la costa: Punto Fijo, Cumarebo, Los Taques,
Adícora,… Las primeras informaciones no dejaban margen a esperanza alguna en
las familias de los marineros. Todos los 32 hombres a bordo del Monagas habrían
muerto cuando pasadas a las 3.30 horas, el primer torpedo penetra y explota en
un punto clave. Entre otros daños, destruyó el puente de mando donde estaba de
turno el timonel Pedro Tenía, quien cayó al agua, al final de esta historia,
uno de los cuatro muertos.
A bordo junto con Tenía, perdieron la vida
Buschell, quien se quedó a bordo mientras el incendio avanzaba; el timonel
Tenía además de Lázaro Colina y Lázaro Lende, ambos marineros venezolanos. El capitán Luis Marcano
sobrevivió, pero con graves quemaduras que le impidieron volver al servicio.
La tripulación del Monagas la componían 19 marinos
venezolanos -no todos paraguaneros pues había gente de mar de todas partes
del país en los petroleros que operaban desde las terminales tanto de
Oriente como de Occidente-, tres noruegos, dos ingleses, tres chinos y dos
griegos, y Bushel.
Comenta Isidro Zea que a
sus siete años de edad pudo seguir de cerca el correr de las noticias que
movilizaban a la comunidad marinera y en general al colectivo peninsular
y, por supuesto, que a la gente que trabajaba para las petroleras, muchas
relacionadas con el movimiento de los barcos que operaban regularmente aún
bajo la amenaza constante de la mortífera flota de sumergibles nazis.
El petróleo venezolano
destinado a la refinería de Curazao y Aruba, era clave para mantener a raya las fuerzas del eje en el frente europeo. La marina
y la aviación naval de los Estados Unidos brindaba protección a los tanqueros.
Pero, nunca lo suficiente
para evitar ocurrirían sucesos como el caso del Monagas (abanderado en
Venezuela), el San Nicolás
(británico) o el Tía Juana
(británico), entre los objetivos alemanes alcanzados durante el ataque masivo
del 16 de febrero de 1942 y días siguientes.
Nolasco Zea y Pablo Cañas
saltaron del barco con sus salvavidas puestos después que lograron bajar
las lanchas que una vez abordadas sobre el mar, permitieron que los
ingleses, griegos, chinos, noruegos y venezolanos, quedaran a salvo y
mientras llegaba el alba, presenciando a distancia, cómo el fuego devoraba
el cargamento de crudo y consumía el barco mismo que ardería varias horas
antes de hundirse.
Por pura casualidad, la
explosión del Monagas fue escuchada y avistada a distancia considerable desde
el modesto y casi inerme vapor de guerra venezolano ARV Urdaneta,
el cual se hallaba de patrullaje en el área vecina al mando del capitán
Wolfgang Larrazabal. No contemplaron la posibilidad de que se trataba del
ataque por el atrevido submarino escondido en el Golfo de Venezuela. La nave de
guerra carecía de equipos antisubmarinos por lo cual tampoco se atrevieron a
acercarse.
Los restantes barcos de
la caravana de tanqueros tampoco se imaginaron que aquella noche los
sorprendería la operación destinada a sabotear el suministro de crudo
venezolano a las refinerías situadas en Curazao y Aruba. De ahí los otros
tanqueros igualmente torpedeados y hundidos así como el ataque a las refinerías
tanto de Curazao como de Aruba.
Los auxilios tardaron. El
padre de Isidro pasó más de 12 horas como náufrago como los restantes
marineros que ya lamentaban la desaparición de Tenía, Colina, Lende y Buschell.
Después del amanecer del
día 16 arribaron lanchas y botes que al activarse las alarmas y despuntar el
sol, zarparon desde Aruba y Curazao, donde centraron las tareas de rescate
mientras desde la base estadounidense en Panamá, partían los aviones que
ayudaría a los buques de superficie desplegados en el área, a cazar al
submarino atacante.
Paraguaná era un
hervidero de dolor e indignación. Los rumores eran de toda clase. En
Carirubana daban como un hecho que no hubo sobrevivientes en el ataque al
Monagas. Sin embargo, por cuenta gotas comenzaron a llegar reportes que
iban reconstruyendo entre los allegados a los marineros las esperanzas, la
ilusión del reencuentro de las familias.
En Berlín – refiere Oscar
Yánes en crónicas alusivas al caso de los ataques a los tanqueros en el Caribe
y en particular aquella noche terrible de febrero de 1942, Hitler fue informado
durante un banquete oficial de los destrozos que su armada submarina cumplía precisa
y según el objeto de disminuir tanto como posible, los envíos de combustible
destinados a las fuerzas aliadas. “Se alegro mucho y se creyó que el mandado
estaba hecho”.
El mejor día para los
paraguaneros fue el 17. Por avión, trajeron de regreso a casa a los
sobrevivientes ingleses y noruegos. La Shell Caribbean movilizó sus aeronaves y
lanchas para repatriar a las víctimas. Nolasco Zea fue devuelto a casa después
de recibir en Aruba los primeros auxilios.
--Papá tenía muy quemada
gran parte de la espalda recuerda Isidro. Tardó tiempo sanar la piel que
sufrió mucho y determina que Nolasco, quien a los quince años (1913) ya era
capitán de un hermoso velero propiedad del general León Jurado, presidente del
estado Falcón, lo asimilaran como empleado administrativo de la Shell Caribbean
en lugar de volver a los barcos donde le hubiese gustado continuar.
--Mi padre fue un
marinero vocacional desde muy temprana edad. El ataque al Monagas, cuando
apenas contaba 44 años de edad, fue una experiencia pavorosa que afectó para
siempre sus capacidades naturales de hombre de mar.
Isidro -licenciado en
administración, con estudios en los Estados Unidos y la Escuela Técnica Luis
Caballero Mejía-, evoca a Antonio Evaristo Zabala como otro de los compañeros
de su papá que extremó esfuerzos para salvar a todos los marinos que la madrugada del 16 de febrero de 1942 se hallaban a
bordo del tanquero Monagas. Fue el último de los
náufragos en fallecer pues descansó en paz en 1996. Residía en Punto Fijo. El padre de Isidro dejó
de existir el 28 de julio de 1977 a la edad de 79 años.
Alfredo
Schael/Jorge Bello D.
De Caja de Agua a Las Piedras. Crónicas del Siglo XX, Orlando Brett
Aquella Paraguaná. Alí Brett M.
Paraguaná en otras palabras. Ali Brett M.
Historia del Estado Falcón P.M Arcaya
Cacoinpar 1952-2014 Testimonios para la Historia Regional. Brett, Lugo y García
Punto Fijo. El Nacimiento de un pueblo Rafael Gozález E.
Geopolítica de un Pueblo Nuevo. R. Rodríguez Hidalgo
Los Taques, puerto hacia el progreso. Juan de la C. Esteves
BIBLIOTECA
Archivo General de la Nación. PROVINCIA DE CORO 1511-1823 (Resúmenes de Documentos)
Archivo Histórico del Municipio Falcón Península de Paraguaná (Siglo XIX)
Archivo Histórico del Municipio Falcón Península de Paraguaná (Siglo XX)
Gobernadores de la Provincia de Coro y del Estado Falcón (1821- 1989) Juan de la C. Esteves
Cerro Santa Ana. Monumento Natural de Venezuela. Miguel Barreno Jatar
De Caja de Agua a Las Piedras. Crónicas del Siglo XX, Orlando Brett
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