sábado, 30 de junio de 2012

Santa Ana de Paraguaná…historia, mitos y leyendas







 Licdo. Miguel Barreno Jatar
Cronista de Santa Ana de Paraguaná


Les hablaré de un pueblo peninsular que a decir de un buen número de historiadores, geógrafos, exploradores, naturalistas y viajeros, es considerado como la capital histórica de la Península de Paraguaná. No soy nuevo en la labor de estudiar el pasado de Santa Ana. Llevo más de cincuenta años hurgando en los papeles de la historia de  este pueblo. Desde mi adolescencia.

Siendo un estudiante de periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello esperé ansioso el momento de presentar mi anteproyecto de Tesis de Grado para optar al título de Licenciado en Comunicación Social, mención impresos, el cual fue aprobado con  el nombre de “Un pueblo, un templo y una montaña”, una serie de reportajes relacionados con Santa Ana, que hoy continúan hablando de mi pueblo natal, del cual soy su Cronista.

Del legado histórico del hombre indígena, al que dedicaré la mayor parte de este trabajo histórico, mítico y legendario. De su iglesia, Monumento Nacional de Venezuela y Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación. Primera iglesia construida en Venezuela -siglos atrás- por indígenas y españoles…hoy Santuario Diocesano de los santos esposos Joaquín y Ana.

Su hermosa torre “La Torre del Sol”, lo más original de todo el conjunto arquitectónico, con una escalera en forma de caracol, no tiene comparación con otra del país. Por su insólito diseño, se la distingue como ejemplar único dentro de la arquitectura colonial venezolana.  Se dice que fue construida un siglo después que la iglesia, a manera de atalaya, en la que los españoles resguardaban a sus familias de los ataques indígenas…de allí que sus ventanas sean ojivales, para evitar la entrada de las flechas. Hoy funge de campanario con campanas que datan de siglos pasados.

Y de su Cerro, decretado por el Gobierno Nacional como Monumento Natural de Venezuela, el 14 de junio de 1972, por considerar que “…el macizo montañoso denominado Cerro Santa Ana es una formación natural de interés científico y estético, y que requiere especial atención por su interesante flora y fauna, por la belleza de su paisaje y por originarse allí fuentes de agua de capital importancia para la región”. Es el principal pulmón vegetal de la Península de Paraguaná. De la declaratoria de este acontecimiento, se cumplen 40 años, en junio próximo.



En verdad, la historia se recrea en Santa Ana, pueblo fundado -según los estudiosos en la materia- al promediar los días  del siglo XVI, por lo que estamos en presencia de un pueblo cuyos orígenes datan desde los días de la conquista y de los de la fundación de la ciudad de Coro, ayer primera capital de Venezuela.

Hay una tesis que afirma que su fundación fue en 1538 por frailes españoles en las tierras de la agreste Chamuriana, asentamiento indígena ubicado en las faldas del cerro Santa Ana, donde hoy día se encuentran -a flor de suelo- valiosos restos de cerámica precolombina, obra de nuestros antepasados, así como instrumentos de labranza y rudimentarias armas como puntillas, hachas y cuchillos.

De esta fundación, Juan de la Cruz Esteves, Cronista Mayor de la Península de Paraguaná, afirma que:





“…sin lugar a dudas, Santa Ana es el pueblo más antiguo levantado por los españoles en tierras peninsulares. Su fundación fue iniciada por frailes franciscanos junto a la aldea de Chamuriana, lugar ya conocido por estos religiosos desde el año 1519 cuando visitaron la Península de Paraguaná y establecieron su Misión Evangelizadora en este lugar habitado por indígenas, donde había agua abundante que bajaba del Cerro…y hasta se cree que Santa ana fue primero que Coro por el hecho de que para el año 1678 cuando nos visitó el obispo Antonio González de Acuña, el oratorio de San Gabriel del hoy pueblo Cumarebo, pertenecía al territorio parroquial de Santa Ana de Paraguaná”.

Pero lamentablemente, esta tesis carece de una base documental que la sustente. Y si continuamos hurgando en los libros, nos encontraremos con una serie de autores y fechas, que nos pasean por episodios históricos y mapas. Precisamente, son los mapas los que nos aportan mayor información para ubicarnos en los tiempos de su fundación. Como la del obispo Mariano Martí, quien visitó la iglesia de Santa Ana en 1577 y afirma que en un plano de 1546, Santa Ana ya aparecía como un pueblo de indios caquetíos.

Y en dos mapas descubiertos hace unos cuantos años en el Archivo de Indias, en Sevilla, España, de los cuales se ha llegado a decir que son los más antiguos que se conocen de Venezuela, Santa Ana aparece también como poblado indígena. Estos mapas datan de los años 1546 y 1578. A pesar de ello, Santa Ana no tiene Partida de Nacimiento, por tanto no sabemos cuántos años tiene.

De sus primeros habitantes sabemos que fueron indios libres de tributo, de los llamados de la Real Corona pertenecientes a las tribus caquetías que tenían su asiento en la parte llana de la ciudad de Coro, con Manaure como cacique de la tribu.

Un censo de 1795 indica la existencia de 7.133 indios libres en el territorio de Coro. De esa cantidad, unos 4.000 habitaban los pueblos de Santa Ana y Moruy. Los otros estaban repartidos en el mismo Coro, La Vela, Cumarebo, Zazárida, Mitare y Borojó.

Con respecto a la doctrina indígena, Martí dice que en Santa Ana no había corregidor. La máxima autoridad era el Teniente de Coro, sin comisionado en el pueblo. Tampoco había cacique, sólo un cabildo con dos alcaldes ordinarios, otros dos de hermandad y cuatro corregidores.

Se dice que eran indios laboriosos, obedientes en materia religiosa y cultivadores de sus tierras. Que eran muy tranquilos hasta tanto no se metieran con sus creencias y pertenencias. En 1766, por graves daños recibidos en sus posesiones por parte de los hacendados, dueños de los hatos circunvecinos, los indígenas se sublevaron debido a que a causa de la sequía, estos hacendados movilizaban su ganado hasta las faldas del cerro, por lo que las sementeras de los naturales sufrieron una total devastación.

Agotados todos los esfuerzos para solucionar el problema, a los indígenas no les quedó otra alternativa que recurrir a la guerra, a luchar con sus rústicas armas, a practicar la matanza de reses depredadoras y finalmente, a enfrentarse con gran fuerza y coraje a la prepotencia de sus amos y caporales.

Un facsimil del documento original que lo contiene, dice que el pleito fue llevado a la Real Audiencia de Santo Domingo, por intermedio del Justicia Mayor de la ciudad de Coro, y que este tribunal, con fecha 20 de julio de 1766, dio su fallo a favor de nuestros indígenas.

           
        Santa Ana de Paraguaná
               en la gesta independentista de Venezuela

En el libro titulado “La Guerra de Independencia en Coro y Paraguaná” el historiador falconiano Pedro Manuel Arcaya, nos refiere la actuación de los indígenas que habitaban las tierras de Santa Ana y Moruy, así como el papel que desempeñó nuestro templo y la iglesia como institución social en los sucesos independentistas de 1821, mediante un documento manuscrito firmado por Juan José García, un indio moruyero aficionado a las letras y a la lectura,

Destaca, por otra parte,  que en 1842 Santa Ana era la más bella población que tenía la Península de Paraguaná…grande y rica se ostentaba en aquella época.

Antes de adentrarnos en el relato de García, es importante escuchar a Carlos Arcaya, hijo de Pedro Manuel Arcaya….“Hasta 1821, Coro fue el más fiel baluarte realista. Sin embargo el 9 de mayo de 1821, un grupo de independentistas se reunió en Pueblo Nuevo de Paraguaná y allí declararon su adhesión a la Gran Colombia. Trescientos años de este régimen habían llevado a los caquetíos al profundo convencimiento que Rey e Iglesia eran sus protectores. El supuesto pacto de alianza con Juan de Ampies se había convenido en el deber de defender sus aliados y era este asunto de honor para los indígenas”.

Cuenta el indígena que al saberse en Santa Ana y Moruy el alzamiento de mayo de 1821 por parte de los patriotas de Pueblo Nuevo y declararon su adhesión a la causa independentista, se reunieron los caciques hereditarios de ambos  pueblos Juan Alberto Núñez y Martín López de La Chica y acordaron resistir la revolución.

A través del sistema indigenista acostumbrado de encender fogatas en las alturas del cerro Santa Ana en caso de novedad mayor, reunieron sin demora a sus hombres y así, congregados todos en la plaza del pueblo santanero, expusieron ambos caciques los sucesos acontecidos en Pueblo Nuevo. De esta forma, el propósito mutuo de que los dos pueblos se levantaran en armas a favor de Fernando VII, Rey de España, fue acogido con entusiasmo por todos los presentes.

Anota en sus memorias el viejo García, que inmediatamente fueron abiertas las puertas de la iglesia, se confesaron los indígenas con el cura quien luego sacó del Sagrario la Santa Custodia y ante la presencia de todos arrodillados, colocado el libro de los evangelios sobre el altar, juraron vivir o morir defendiendo los derechos del Rey de España y de la religión católica.

Vista satelital de Santa Ana de Paraguaná (Hoy), segun google earth 2012. 


En la plaza del pueblo, frente a las puertas del templo se sucedieron fuertes enfrentamientos entre indios y patriotas. Una guerra de parte y parte, una especie de rabia y frenesí en la que desconocían el perdón y la misericordia.

Aclara el señor García que lo que se llevó a cabo no fueron combates, pues no había ejércitos…sólo un afán de venganza era lo que los animaba…guerrilleros, que conociéndose unos a otros se buscaban con odio y donde quiera que se encontraban se mataban sin piedad alguna. Tan así, que desde el tiempo de la conquista no se había vuelto a ver indios tan tenaces como éstos, concluía sus memorias el informante de  Moruy.

Vuelve Arcaya, hijo, para cerrar este aparte de luchas independentistas para afirmar que“…los indios murieron en defensa de Fernando VII, porque un lejano antepasado suyo, aconsejado por los teólogos, les había reconocido su dignidad de hombres libres y ellos habían dado su palabra de defender a sus descendientes, por tanto, por ninguna causa material lucharon…todo fue cuestión de principios y su lucha fue contra las clases partidarias de la Independencia”.

Sea cual fuere la causa, con razón o sin razón, el suicidio de esta noble raza adquiere hoy valores de grandeza…por ser nobles y leales a una causa…y por luchar en condiciones desiguales, en cuanto a apertrechamiento se refiere.

Esta es una visión a manera de síntesis de la historia del hombre indígena santanero. El calificativo de leales puede ser el que les defina exactamente  como hombres valientes que lucharon y soportaron  a favor de una causa que aunque desconocían, nunca traicionaron. Hombres de convicción. De palabra empeñada y de palabra cumplida. Tan diferente al politiquero hombre de hoy, el que en el alba del día defiende una causa o color partidístico y en el momento del ocaso del astro rey…salta la talanquera y de buenas a primera defiende otra, sólo por intereses propios, intereses que le beneficien…los bien llamados politiqueros de oficio.


El mito de la serpiente emplumada

Entre mitos y leyendas crecimos y vivimos en Santa Ana. Vicente Barreno, El Cuentero del Cerro, va más allá de la vida real del Cerro Santa Ana. Su imaginación que es un volantín de sueños lo lleva al mundo de los mitos y las leyendas con lo que da vida imaginaria a la montaña. El mito habita en él. Cuenta que en el Cerro hay una serpiente encantada vestida de un luminoso plumaje con colores atornasolados, similares a las plumas del faisán. Que esa serpiente es un genio que cuida el Cerro, y por eso, muchas veces en la quietud de la montaña, la gente ha escuchado voces, secreteos, carcajadas, gritos, acordes de violines y muchos otros ruidos.




Que una vez estando de visita en el Cerro, como a eso de las seis de la mañana, él escuchó el grito de la culebra, pero no la llegó a ver… “Qué lástima, porque a mí me habría gustado mucho admirarla, aunque fuera de lejos”, confiesa acongojado,  mi hoy anciano padre.

Que en otra ocasión volvió a subir al Cerro acompañado por Goyito Villa, quien por momentos se quedó callado para decirle que por ahí cerca alguien se estaba riendo a carcajadas. Él le respondió que se quedara callado, que ni le susurrara nada, porque esas eran las risas de un genio que en forma de serpiente cuidaba el Cerro.

Que Roso Méndez, oriundo de Misaray; Antonio Quero, residente en Machoruca, y Pedro Juan Dávila y Luis Caguado, nativos de Santa Ana, la han visto y oído sus gritos, quedando asombrados por lo horripilante que se escucha y la luminosidad de su cuerpo, tan distinto al de las culebras de los montes santaneros. Todos ellos confesaron las formas como la percibieron en los momentos respectivos.

Roso dijo que la vio pasar lanzando gritos por encima de lo más alto del picacho central del Cerro, y que le dio mucho miedo porque los chillidos eran horrorosos, tan así que los demás animales que hacen vida diaria en la montaña salieron despavoridos a protegerse en sus nidos y cuevas.



Antonio Quero también afirma que la vio y lo encandiló con sus ojos luminosos que eran muy brillantes e impresionantes muy parecidos a dos platos de aluminio, agregando que la culebra mide como unos 15 metros de largo y a medida que avanza va levantando las plumas como si fuera un pavo real.

Pedro Juan  y Luis cuentan que escucharon los gritos del reptil mientras pastoreaban las cabras hacia los corrales de sus casas, en horas de la tarde. Dijeron que eran unos gritos tan, pero tan fuertes, que “…casi nos se reventaban los oídos”.

El Cuentero afirma que en otrora, la gente santanera decía que cuando la serpiente gritaba o bordeaba el Cerro el año iba a ser muy próspero, que iba a llover mucho y todo esto sería muy bueno para la siembra y la cosecha.


Para llegar al mito, el Cuentero se transporta con toda seguridad a los tiempos de los imperios indoamericanos hasta llegar a la mitología maya con la representación de kukulcán en chichen itzá; y a la mexicana, a través de Quetzacoalt, deidad de la cultura azteca, diosa de las mujeres, en especial de la chichimeca, y al estudiarla a plenitud, logra que el mito de ambas culturas se vuelva santanero.

              
La leyenda  de la aparición de la imagen de Nuestra Señora de Santa Ana a la princesa indígena Siraba

Muchas son las leyendas indígenas que se recrean en la paraguanera tierra santanera. Una de las tantas que se solazan desde tiempos inmemoriales en las páginas de la historia del estado Falcón, es la de la aparición de la imagen de Santa Ana a Siraba, princesa caquetía nacida en la aldea Chamuriana, génesis de esta histórica población peninsular, según la voz popular de la región.                         

Cuentan que Siraba danzaba a los pies del Cerro Santa Ana todos los domingos, Día del Señor, ritual al que los indígenas le atribuían poderes para que las lluvias llegaran al poblado y regaran sus sembradíos. Sólo de esta manera se podrían lograr las cosechas de maiz, millo y gramíneas. Y anualmente, tal como era tradición, las lluvias se hacían presentes en Santa Ana a mediados del séptimo mes del año.

Un caluroso domingo 26 de julio, Siraba danzó con más devoción que nunca, debido a una fuerte sequía estaba azotando al pueblo, matando a los animales y acabando con las cosechas de aquellos días.




Y sucedió que mientras danzaba, una luz radiante ubicada en lo más alto del picacho central de la montaña la iluminó de una manera incandescente que por momentos la encegueció. Siraba se levantó inmediatamente y se lo comunicó emocionada a su hermano Moruy, quien siempre la acompañaba en la danza tocando la flauta, propiedad  de uno de los misioneros que les evangelizaban en la iglesia de Santa Ana.

Al comprobar tal maravilla Moruy se postró ante la imagen tocando la flauta con mas intensidad y devoción, mientras que Siraba se retiraba del lugar corriendo hacia el templo en busca del misionero para contarle la buena nueva. De seguidas ambos volvieron a los pies de la montaña y allí el religioso pudo comprobar que la imagen que resplandecía en el Cerro era la de Nuestra Señora Santa Ana.



Admirado también el misionero volvió a la iglesia y convocó a todos los habitantes del pueblo para que presenciaran tan divina aparición y  mientras esto sucedía la lluvia se hacía presente en el pueblo y los lugareños, conucos y los animales se vieron beneficiados con las aguas que les llegaba en tan oportuno momento.

Como señal de agradecimiento y bajo la mirada del jesuita, los indígenas danzaron todo el día y desde aquel  momento la imagen de Santa Ana, madre de la virgen María y abuela del Niño Jesús, se constituyó en la patrona espiritual del pueblo santanero.

Miguel Barreno Jatar
Jornadas de Historia de la Península de Paraguaná
Universidad de Falcón. Punto Fijo. Estado Falcón
Punto Fijo, viernes, 16 de marzo de 2012.


Nota: Al concluir la ponencia del Licdo. Barreno, Danzas Siraba, agrupación artística de Santa Ana de Paraguaná, basada en el texto final de la ponencia estrenó una producción en la que la danza, la música y el drama nos trasladaron a los presentes a mil quinientos y tantos, años atrás.



MIGUEL BARRENO JATAR - CURRICULUM VITAE

Nació en Santa Ana de Paraguaná, estado Falcón, el 8 de mayo de 1949. Cursó estudios de primaria en su pueblo natal y secundaria en Punto Fijo, estado Falcón.
Es Licenciado en Comunicación Social, mención Impresos,
egresado en 1981de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB); con estudios de post grado en la Universidad Central de Venezuela, institución que en 1985 le otorgó el título de Especialista en Comunicación Cultural.

Durante 30 años ha orientado su labor profesional hacia el Área de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en los sectores Educación, Salud y Cultura, como Coordinador de Programas Institucionales del Banco Mercantil.

En 2011, con  motivo de la conmemoración del cincuentenario de la creación de la escuela de Comunicación Social de la UCAB, esta Casa de Estudios le distinguió como el periodista ucabista con más años de trayectoria en el Area de la REP en Venezuela.

Como Cronista de Santa Ana ha publicado las siguientes obras: 

  • Un pueblo, un Templo y una Montaña.
  • Cerro Santa Ana…Monumento Natural de Venezuela.
  • Tiempo de Papagayos…Tiempo de Volantines.
  • Chamuriana…génesis de Santa Ana de Paraguaná.
  • Fiestas Patronales de Santa Ana.
  • Frases.
  • Vicente Barreno…muchos te quiero y una despedida.
  • Poemas del Camino.
  • El Milagro del Año.
  • Venezuela…un canto a la Naturaleza.