Dra. Elina Lovera Reyes
Universidad Pedagógica Experimental
Libertador
Instituto
Pedagógico de Caracas. Venezuela
RESUMEN
La participación de los indios en la independencia de
Venezuela es un tema poco estudiado en la historiografía nacional. La mayoría de las
investigaciones han estado orientadas a
destacar la actuación de los blancos criollos o mantuanos como grupo que
controla y dirige el proceso. De lo que se trata es de estudiar todos los actores involucrados en el movimiento independentista a partir de
sus diferencias, motivaciones,
actitudes, enfrentamientos y conflictos en
las distintas regiones del país,
que permita una visión más amplia y completa del proceso.
En esta ponencia se presentan los resultados de una investigación referida a la actitud de fidelidad al Rey
asumida por los indios caquetíos de Coro durante la independencia. En Coro todos eran realistas, todos compartían
una actitud favorable más o menos común hacia la monarquía y se oponían a la
independencia. Pero esta lealtad generalizada, se manifiesta de manera
diferente entre los de la élite o mantuanos criollos y los indios caquetíos
que eran los grupos más entusiastas en la defensa del Rey y de la corona
española. Se trata de responder los
siguientes interrogantes: ¿Porque los caquetíos fueron tan leales al Rey?
¿Cuáles son las razones que los llevaron a tener esa actitud realista? ¿Cómo se
explica la fidelidad de los caquetíos.
CONECTORES:
indios caquetíos de Coro, actitud realista, fidelidad y lealtad al rey.
FIDELIDAD DE LOS INDIOS CAQUETÍOS DE CORO DURANTE LA INDEPENDENCIA
Dra. Elina Lovera Reyes
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto
Pedagógico de Caracas. Venezuela
A manera de introducción
La participación de los indios en la independencia de
Venezuela es un tema poco estudiado en la historiografía nacional. La mayoría de las
investigaciones han estado orientadas a
destacar la actuación de los blancos criollos o mantuanos como grupo que
controla y dirige el proceso. Sin
embargo, una lectura plural e integrada de este acontecimiento histórico
supone estudiar todos los actores
involucrados en el movimiento
independentista. Analizar sus diferencias, motivaciones, actitudes, enfrentamientos
y conflictos en las distintas regiones
del país, permite una visión más amplia y completa del proceso,
a la vez que ayuda a comprender esa visión plural que lo caracteriza.
Tradicionalmente se ha estudiado la independencia como el enfrentamiento entre “patriotas y
realistas”, como diría Carrera Damas entre los buenos y los malos; “los
primeros tenían ideales y los últimos cuando más intereses”. Planteamientos que consideramos deben ser
superados dado que los llamados “malos” también tuvieron ideales y actuaron en
función de principios. Coincidimos con Carrera cuando señala que el problema ha
sido que la historiografía venezolana fundada en los valores de la “historia
patria, quiere que los venezolanos no hayamos sido monárquicos”. (1)
En esta
ponencia se presentan los resultados de una investigación referida a la actitud de fidelidad al Rey asumida por los indios
caquetíos de Coro durante la independencia.
Trabajo que forma
parte de uno más amplio que está referido al proceso de independencia en Coro y
su participación en la formación de la nación venezolana.
En Coro todos eran realistas, todos eran monárquicos. Sin embargo, es necesario distinguir entre leales corianos y fieles corianos, entre lealtad y fidelidad. Aunque en un sentido estricto ambos términos tienen igual significado y hasta son sinónimos, en cuanto a su uso en Coro, tuvo mucho que ver con cierta diferenciación social.
En Coro todos eran realistas, todos eran monárquicos. Sin embargo, es necesario distinguir entre leales corianos y fieles corianos, entre lealtad y fidelidad. Aunque en un sentido estricto ambos términos tienen igual significado y hasta son sinónimos, en cuanto a su uso en Coro, tuvo mucho que ver con cierta diferenciación social.
Los indígenas eran fieles y leales,
pero la fidelidad parece ser una
vivencia más afectiva que racional, hasta el punto de considerar que alguien es
capaz de dar hasta la vida por una persona.
Según Guerra, F (1999, p.88), en los “imaginarios de estos actores
antiguos” valores, como la fidelidad, la
lealtad, el honor, son elementos “que contribuyen a conservar en el tiempo la
identidad y la cohesión del grupo, pues es el grupo, sea cual sea su
estructura, el que ocupa el lugar central en las sociedades tradicionales. El grupo precede a los individuos que lo
componen en un momento dado de su historia”.
Como antes señalamos, en
Coro todos eran realistas, todos compartían una actitud favorable más o
menos común hacia la monarquía y se oponían a la independencia. Pero esta
lealtad generalizada, se manifiesta aunque de manera diferente, tanto entre los de la élite o mantuanos criollos
como entre los indios caquetíos. Los
indios caquetíos eran los grupos
más entusiastas en la defensa del Rey y de la corona española. Por tanto, los caquetíos revelan una actitud más
conciliadora con los españoles que los indígenas de otras regiones del país.
Ante este hecho cabe preguntarse: ¿Porque los caquetíos fueron tan leales al
Rey? ¿Cuáles son las razones que los llevaron a tener esa actitud realista?
¿Cómo se explica la fidelidad de los caquetíos?
Antes de entrar en materia conviene
establecer la precisión conceptual de los términos fidelidad y lealtad, con el
propósito de facilitar la comprensión de este análisis.
Según el Diccionario de la
Lengua Española de 1803, lealtad es el “cumplimiento de lo
que exigen las leyes de fidelidad y las del honor y hombría de bien”. Una
persona leal es aquella que “guarda a personas o cosas la debida fidelidad” y
se aplica igualmente “a las acciones propias de una persona fiel”. Fidelidad, por su parte es algo inmanente, “y
observancia de la fe que uno debe a otro”, y por “antonomasia el cristiano que
vive en la debida sujeción a la iglesia católica romana”. La lealtad entonces, sería “como sentimiento
humano (que) nace de la capacidad de trascendencia que lleva al hombre a
relacionarse y comprometerse con algo fuera de sí mismo, como puede ser un
grupo, una institución, una causa, unos ideales... la lealtad es más que la
adhesión fugaz momentánea, fundamentalmente emotiva”
La transferencia de estos conceptos
para el estudio del momento independentista vivenciado en Coro puede ofrecer
elementos de análisis para comprender la actitud de los indios caquetíos
respecto al Rey y a su Cacique Manaure. En tal sentido, La
lealtad en la práctica, implicó la existencia de un pacto voluntario, una
decisión personal y una toma de conciencia que explica esa actitud pensada y
asumida que se manifiesta en un acto de honor muy típico de esa época. Los leales eran los de una condición social,
un estrato superior y de más igualdad al Rey, eran los que correspondían a la
nobleza. Entre ellos mismos se planteaba
y se practicaba la lealtad entre los iguales.
En cambio con los otros grupos que consideraban inferiores o
subordinados no era la lealtad en ese sentido, lo que caracterizaba las
acciones personales y colectivas sino la fidelidad, sin ese acento religioso,
sino de cierta subordinación personal, diferenciación social e inferioridad. Estos conceptos permitirían inferir
entonces, que el comportamiento de los indios caquetíos respecto a su cacique
Manaure y respecto al Rey, fue una vivencia mas asociada con la fidelidad que
la lealtad. Es decir, una suerte de observancia de fe, de credibilidad y
sumisión, nacida de un sentimiento profundo que dejaba al descubierto la
dimensión de trascendencia presente en todo ser humano.
El sentimiento de
lealtad signó muchas de sus acciones desde los inicios coloniales, y favoreció
el otorgamiento de privilegios por parte de la corona y de los funcionarios
reales de la provincia. Según Arcaya, PM. (1974, p.14) “el elogio de esa
antigua lealtad de su raza nunca se le escatimó por las autoridades coloniales,
como estímulo para que siempre se mantuviera viva; la exención de tributo y
algunos otros favores que se les concedieron se les presentaba como grandes
privilegios. Por eso fue en los Pueblos caquetíos donde más arraigados
estuvieron los sentimientos realistas”.
Uno de los problemas que confrontamos
cuando abordamos estudios referidos a
los indios de Venezuela, es la inexistencia de documentos escritos por
ellos mismos, donde hayan dado su
opinión, dejado su parecer o su manera
de ver las cosas. Vovelle, M. (1985, p.319) se refiere a estas masas anónimas
como…”las que no han podido pagarse el lujo de una expresión individual, por
poco que fuera, literaria”. Por eso para
el estudio de la fidelidad de los indios caquetíos se hace necesario
consultar las obras de los primeros cronistas: Fray Pedro
Aguado, Fray Pedro Simón, Oviedo y Baño, José Gumilla, Juan de castellano y
otros, quienes nos ofrecen información importante sobre los primeros momentos
de la conquista. Igualmente documentos oficiales como las cartas y visitas de
los Gobernadores y los Obispos, informes
de los protectores de los indios, y otros
documentos emitidos por funcionarios públicos y personas del común de
la época colonial. Las obras del Dr.
Pedro Manuel Arcaya son de consulta obligatoria, especialmente la que está
referida a la guerra de independencia en
Coro y Paraguaná, publicada en 1974. En ella el autor anexa las memorias del Sr. Juan José García,
descendiente caquetío, quien había nacido en el pueblo de Moruy, por los años
de 1811-1814.
Fidelidad caquetía
El sentimiento de fidelidad de los
caquetíos al Rey se fue conformando, al igual que en los otros grupos indígenas
de las distintas regiones venezolanas, desde los inicios de la conquista y
evangelización durante el siglo XVI, así como durante el proceso de colonización
de los siglos XVII y XVIII. Esta actitud de fidelidad, que no de simple
lealtad, se fue configurando especialmente, por el fuerte vínculo de respeto,
agradecimiento y sentimiento de afecto hacia la figura del Rey. Las características de los pueblos
aborígenes, y la manera cómo se dieron los procesos en cada uno de ellos,
explica el comportamiento o la actitud de lealtad o fidelidad a la monarquía
española. Este comportamiento generalizado se fortalece aún más durante la
época de la independencia. Época de grandes cambios y de transición, dado el
proceso de sustitución del sistema monárquico por el republicano.
Las diferencias del
comportamiento de los indígenas de la región de Venezuela ante la posibilidad de independencia van a estar determinadas por el
carácter del conquistador de cada lugar y su
relación con los centros de
poder, pero especialmente por las características y el nivel cultural de los pueblos indígenas para el momento de
la llegada de los españoles. En el territorio que hoy ocupa la República de Venezuela,
la conquista y colonización tuvo matices
diferentes. En la zona oriental, la aplicación de leyes de esclavización del indio Caribe,
provocó enfrentamientos violentos de tal
manera, que afectó la consolidación de
proyectos pacíficos como el del fraile dominico Bartolomé de Las Casas en 1520,
el cual constituyó un rotundo fracaso. Diferente, por su
carácter pacífico, fue el proceso que se
inició en el occidente, a partir de la fundación de la ciudad de Coro por Juan
de Ampíes en 1527.
Señalamos anteriormente que la
fidelidad de los caquetíos al Rey durante la independencia, se inicia desde la
conquista, especialmente por el carácter
tan peculiar que adquirió este proceso y
la evangelización en Coro. Contexto donde adquiere fundamental importancia el
“pacto de mamparo” al que llegaron los
caquetíos con Juan de Ampíes y los españoles para poblar conjuntamente la
región coriana. ¿En qué consistió este pacto? Las dos partes involucradas,
españoles e indios, estaban muy claras en lograr un asentamiento de manera
pacífica. En este sentido, la
participación del cacique Manaure es
relevante para el encuentro que
se realizaría entre él y el conquistador español en 1527. El cacique ya en los
tempranos años de 1523, por propia decisión envía emisarios a la isla de
Curazao y Aruba para invitar a Juan de Ampíes
para que lo visitara en el pueblo de Todariquiba, en la costa de tierra
firme donde tenía su residencia, como
gran cacique de un extenso territorio, que comprendía también las islas que habían sido concedidas
a este conquistador. Le solicitó,
además, que lo cristianizara a él y a su pueblo (2).
Ampíes ante la solicitud del cacique
Manaure y las continuas negativas del Consejo de Indias y del Rey, a sus
reiteradas peticiones para que le
otorgaran título para fundar una
ciudad en tierra firme, se apoya en las recomendaciones del Padre Las Casas, el
Juez Visitador Rodrigo de Figueroa y en
los fundamentos de la real cédula de la Coruña del 18 de mayo de 1520. En tal documento
estaba previsto, comenzar por llevar
algunos principales a la Isla La Española, con los
cuales se trataría de promover el poblamiento estabilizador de los indígenas.
Se trataba pues, de que los indios se concentraran en pueblos y que se
“avecinden en ellos algunos españoles que sean buenas personas… especialmente
algunos labradores que les enseñasen [por simple convivencia] a labrar e criar
ganados e hacer granjerías”. (Ibídem). Luego de solventar una cantidad de
inconvenientes, Ampíes envía en 1527 a su hijo con la
expedición, y fundó un pueblo mixto. Un pueblo indio, donde se establecerían
también aquellos pocos españoles que habían de habituarles a las granjerías y
cría de ganado, previstos. Esta es la singularidad histórica de la fundación de
la ciudad de Coro, al decir del historiador español Demetrio Ramos Pérez. Pero
también es la concreción de una relación pacífica entre los indios de esta parte de tierra firme y un
conquistador español.
El
“Diao” Manaure
A la llegada de Ampíes a Coro, el cacique Manaure era un jefe político y
religioso con poderes excepcionales y divinos,
reconocido por todos los pueblos caquetíos sujetos a su dominio como el
“Diao”, vocablo que para algunos historiadores
significa “hechicero”. Las fuentes de la época reseñan las características
excepcionales de este personaje. Según
Ampíes, dicho cacique “por ser tan gran
señor se hace adorar como Dios, dando a entender a los indios que él da los
temporales” (Citado por Ramos, D. Ibídem). Para Fray Pedro de Aguado, el principal de los caquetíos, le había hecho
creer a sus indios, “que él era el autor y hacedor de muchas cosas que la
tierra y elementos naturalmente producen por la ordenación divina, como son: las
lluvias, granizos, truenos, relámpagos, heladas y sequías…aquellos naturales
temían con muy amedrentados ánimos el poder de este principal, y así casi lo
tenían por Dios, acatándolo y reverenciándolo con extremo grado”. Juan de Castellanos en sus Elegías,
resalta las virtudes y la respetabilidad
de Manaure, a quien presenta con
una personalidad avasallante, conducta
intachable y poder desmedido dice: “Fue Manaure varón de gran momento, de claro y
de sagaz entendimiento. Tuvo con Españoles obras blandas, palabras bien medidas
y ordenadas, en todas sus conquistas y demandas temblaban del las gentes
alteradas;… Nunca vido virtud que no loase ni pecado que no lo corrigiese,
jamás palabra dio que la quebrase ni cosa prometió que no cumpliese”… (Citado
por Manuel Vicente Magallanes. 1977, p.254).
Los caquetíos habían conformado una
cultura que pudiéramos ubicar según la
clasificación que hace Julien Ries (1995, p.18), en su Tratado de antropología
de lo sagrado como una “hierofanía” (3). De acuerdo con los planteamientos de este
autor, se puede considerar que el
caquetío como todo hombre religioso
arcaico, al revestir de sacralidad al cacique Manaure como mediador en
la irrupción de lo divino, lo separa de
lo profano, lo hace digno de respeto, mediante
lo cual alude a Dios y a su culto
divino, lo que hace que este ser como
divino, sea venerable.
El Bautismo cristiano del cacique
Manaure, con su familia y todo su pueblo por manifiesta voluntad, es símbolo de esa cultura religiosa donde el gran jefe concebido como la
personificación de la divinidad y como persona sagrada, tiene el don de decidir
sobre el porvenir de todos sus fieles o
creyentes. Este acto, se asocia también
como símbolo en los inicios de la
construcción de la nueva cultura religiosa
cristiana.
En este contexto, la
solicitud de “mamparo” o protección
que el cacique hace al
conquistador Ampíes, fue una decisión importante para la obtención de
inmediatos y futuros beneficios, tanto por parte del conquistador, como por
parte del rey. Uno de los primeros
logros fue la de preservar a su pueblo del gran negocio esclavista de las
armadas del Caribe, que azotaban continuamente sus dominios. Por eso, el acto de fundación de la “muy noble y leal”
ciudad de Coro, se realiza conjuntamente
con la entrega al cacique de una de sus
hijas, su yerno, sus nietos y otros caquetíos
que habían sido esclavizados por
estos negociantes, a quienes Ampíes compró y pagó rescate por ellos.
Si bien es cierto Ampíes logró una alianza con los caquetíos, a
partir de 1528, y hasta 1546, la administración de los Welsares generó un importante despoblamiento indígena en esa
zona. Quienes no respetaron el pacto de Ampíes
ni consideraron a los caquetíos como aliados.
Indios
de Real Corona
Durante
todo el tiempo colonial los caquetíos fueron beneficiados con reales cédulas
que normaron su quehacer diario. Sin lugar a dudas, la más importante es la que
ordenaba su condición como personas libres. Según Real Cédula de 1539, por
petición del primer Obispo de Coro; Don
Rodrigo de Bastidas, los caquetíos fueron considerados libres”. Y “al
igual que los aztecas de la
Nueva España ”, no podían
ser encomendados y/o esclavizados. Fueron exonerados además, del pago de
tributos y se les denominó pueblos de
“Real Corona”, durante toda la colonia (4).
A partir de esta real cédula la población caquetía logró recuperar la
confianza en los colonizadores, facilitando su reducción en los pueblos de
Santa Ana, Moruy y Cumarebo, fundados por el Obispo Rodrigo de Bastidas entre 1535 y 1539. Posteriormente, en 1598 fueron fundados, según Oviedo
y Baños, por el Gobernador Don Diego de Osorio los pueblos de Capatárida,
Zazárida, Borojó y Mitare, ubicados en la parte
nor- occidental de la ciudad de Coro. Los otros dos pueblos de
caquetíos: Guaybacoa y El Carrizal se
fundan por orden del Obispo Escalona y Calatayud en 1723. Guaybacoa, un
poco al Sur de la costa en donde se inicia la sierra, organizado con indios
traídos de lugares cercanos para la “congregación” y El Carrizal, fundado con
indios provenientes de la isla de Aruba que habían venido buscando la
cristianización. Este último como los
anteriores pueblos de caquetíos se ubicó en la costa para la defensa de la
ciudad, desde donde distaba sólo cinco minutos.
Razones estratégicas privaron en la organización de estos “resguardos
indígenas” en la costa coriana. El hecho
de ser pueblos de indios caquetíos garantizaba una vigilancia constante a la
ciudad que no escapó en los siglos XVII y XVIII a la piratería francesa e
inglesa. Pero a la vez, su cercanía a la
ciudad permitía tenerlos vigilados y mantenerlos congregados en pueblo.
Numerosos
documentos de los siglos XVII Y
XVIII nos informan sobre decisiones por parte de Obispos y funcionarios reales
en defensa de las tierras de los pueblos
caquetíos y de su condición de trabajadores libres. En 1678 el Obispo González Acuña, dictó autos con severas sanciones para los
usurpadores de las tierras de los indios de Real Corona, donde pide guardar las "constituciones",
y cédulas en defensa de las tierras y agravios recibidos por estos indios (5).
A pesar de su condición de indios de “Real Corona” y
trabajadores asalariados, los caquetíos no escaparon de una servil explotación por parte de los grandes terratenientes
vecinos, que los concertaban, pero luego no les cancelaban pago alguno por el trabajo realizado como arrieros (6)
.
Desde el punto de vista social, a los caquetíos se
les reconoció como grupos de indígenas principales con algunos
privilegios. En todo caso, es
necesario distinguir entre la “nobleza” caquetía, la” pequeña nobleza” de jefes
locales o caciques, y el común de los caquetíos. El primer grupo de hispaniza rápidamente, se
acomoda y funciona como clase principal de la ciudad, introduciendo un distanciamiento con los
otros grupos de su clase y más aún con los otros indígenas. El segundo grupo, conserva su antiguo papel y
mantiene el cacicazgo sobre el resto de los caquetíos que le siguen sometidos,
pero convertida en una institución hispanizada.
El cacique caquetío era otro funcionario colonial más, entre cuyas
funciones estaba la de recabar en el pueblo para el pago del Cura Doctrinero,
además de seguir exigiendo su correspondiente tributo como jefe indígena.
Sin embargo, durante el siglo XVIII, a
pesar de que el cacicazgo se había adaptado a la estructura colonial y estaba
normado por el estado español, fue
perdiendo cada vez más legitimidad
tradicional, por lo que continuamente debían recurrir a las autoridades
coloniales para legitimar su posición. Entre 1701 y 1778, ejercieron el
cacicazgo en su jurisdicción, como
legítimos herederos: Domingo Martínez Manaure, Juan Martínez Manaure y Juan
Santiago Martínez Manaure.
Lo peculiar de funcionar con gobierno entre
iguales, o de la misma raza o familia, no reportó posible ventajas a los
caquetíos que se convirtieron en trabajadores libres con salarios bajos
inadecuados para sustentarse. Asimismo,
su condición privilegiada no le evitó ser víctimas de extorsiones, injusticias
y abusos, como lo demostramos en la parte referida a los problemas que
enfrentan con las tierras de sus
comunidades indígenas.
Durante
la colonia los pueblos de caquetíos cumplieron una encomiable función de
defensa y vigilancia del territorio coriano.
Ubicados en sitios estratégicos a los largo de la costa, en estos
pueblos descansó la vela y resguardo de la ciudad. Las fuentes nos informan de grupos de indios
a manera de milicias constituidas
por caquetíos de los pueblos de
El Carrizal, Guaybacoa, Cumarebo y a veces hasta los de Santa Ana y
Moruy, que se alternaban en horarios diurnos y nocturnos en la vigilia del
puerto de la Vela
de la ciudad. Los caquetíos de
Capatárida, Borojó, Zazárida y Mitare, igualmente realizaron la vigilancia de
las costas cercanas a sus pueblos, recibiendo sus caciques el pago
correspondiente por los comisos realizados a las denuncias de contrabando (7). A los de
Santa Ana y Moruy se les confió la vigilancia y defensa de las salinas de
Paraguaná, labor realizada con gran celo por las frecuentes arribadas en esta
zona de barcos extranjeros que se proveían de sal, a la fuerza.
Fidelidad al Rey
La fidelidad de los caquetíos al rey
fue demostrada a través de todo el período colonial. Desde su pueblos
originarios, custodiaban las costas del
territorio ocupado por ellos desde antes de la llegada de los españoles,
organizados por su propios Alcaldes o Caciques.
Considerados los más fieles y
consecuentes al Rey siempre estuvieron
dispuestos a salir en su defensa. Así ocurrió en las continuas arribadas de piratas ingleses y
franceses a las costas de Coro en los
siglos XVI Y XVII; en 1795, durante la sublevación de los negros de la sierra de Coro; en 1806, con la
llegada de la expedición libertaria de Francisco de Miranda. Pero más que una
respuesta a las gracias recibidas, fue una manera de vivir, de conducirse como
fieles cristianos, porque como señala Chartier, R. (1995, p.127) al concebir en
el orden político a la
Monarquía como institución divina, y al rey
como símbolo “sagrado”, éste
era visto como un padre bondadoso, “protector y justiciero”,
“atento y dispuesto a socorrer a los más débiles de sus hijos”.
Arcaya, señala a nuestro modo de ver muy acertadamente, que los mantuanos o
criollos y los indios caquetíos, fueron
los elementos fundamentales que
hicieron de Coro “el más ardiente foco del realismo” durante la lucha independentista en Venezuela.
Los primeros enfrentados a sus pares
caraqueños en defensa de la autonomía
regional por “la enconada rivalidad que había con Caracas, iniciadora
de la revolución”, y los segundos con
manifiesta demostración de fidelidad a
la corona española, por “el sentimiento
religioso profundamente arraigado en las masas populares enseñadas a considerar
el rey como Ministro de la justicia de Dios en la tierra” (Ibid, p.42). Este fenómeno se observa también por parte de
grupos de mestizos, pardos, mulatos y
blancos criollos. Estas posiciones acerca de la actitud con el Rey no
son privativas de Coro, sino que es característico de toda Hispanoamérica, con algunas diferencias
regionales, como señalamos anteriormente,
producto de la manera cómo asumió la conquista, evangelización y
colonización el estado español. Sería interesante hacer una evaluación o
establecer relaciones entre la población indígena y la población mestiza y
parda que en Venezuela, hasta 1812, no se había incorporado a la independencia.
Independencia, Lealtad y Fidelidad
Arcaya, P.M. (Ob. Cit.,
p.47) señala que la valentía y lealtad
de estos pueblos era un “asunto de honor para ellos. El régimen colonial había llevado a los
caquetíos al profundo convencimiento que Rey e Iglesia eran sus protectores” Es
así cómo:
“Los primeros
años de la independencia vieron una casi unanimidad de opinión en Coro a favor
del Rey; en Coro pelearon caquetíos en la batalla en el que el Marqués del Toro
perdería el primer ejército de la Junta Suprema de Caracas. Voluntarios caquetíos
acompañarían a Monteverde, Torrellas y Reyes Vargas en la marcha que destruyó la Primera República.
Caquetíos lucharían contra Bolívar bajo Boves, Morales y Morillo”.
Apoyándonos en el planteamiento de Arcaya, trataremos de dar respuesta a
los siguientes interrogantes: ¿Cuál fue la participación de estos grupos indígenas durante la
independencia? ¿Qué motivó la actitud de los caquetíos a favor de la
monarquía española? Luego
de los acontecimientos de Caracas el 19 de abril de 1810, el Cabildo de Coro,
desacata a la Junta
Suprema de Caracas y reconoce al Consejo de Regencia de
España como representante del Rey Fernando VII. Mientras que en Caracas se
declara el 5 de Julio de 1811 la
independencia y se establece la
República , la sociedad coriana asumió una posición de
adhesión a la monarquía Española. Desde allí
se organiza la contrarrevolución realista para conquistar y restablecer
el gobierno español.
Coro, como ciudad leal participa de las reformas
hispanas. Fue hasta 1821, el más fiel baluarte realista. En ese
mismo año se organiza efectivamente la
resistencia realista, en cuanto a organización de las milicias y acciones
militares en defensa de la
Provincia como bastión realista. En el mes de febrero y septiembre
respectivamente, se crearon los dos batallones más representativos: la columna
de Volante de Fieles Corianos y el Batallón Ligero de Leales Corianos.
Estos ejércitos realistas se organizaron con corianos, lo que garantizaba al movimiento la preservación, conservación y defensa dela Provincia
a la causa realista. Así como se
propicia una importante arremetida de la resistencia realista, se inicia a la
vez la formación del partido
independentista, con grupos criollos desertores de estos ejércitos realistas.
Quienes dirigidos por Josefa Camejo,
declaran la independencia en Pueblo
Nuevo de Paraguaná el 3 de mayo de 1821, acción ésta que fue trascendental porque el
pronunciamiento de Coro por la independencia,
a escasos días de la
Batalla de Carabobo, era promisorio del triunfo de esta
acción militar que fue decisiva para la emancipación de Venezuela . La nota más resaltante en Coro fue precisamente que
la conspiración en contra del orden colonial no se inició ni fue liderizado, ni
dirigida por el grupo criollo del cabildo del gobierno local, sino que fue una
conspiración dirigida por una extraordinaria mujer: Josefa Camejo.
Estos ejércitos realistas se organizaron con corianos, lo que garantizaba al movimiento la preservación, conservación y defensa de
El grupo de la elite que defendía el realismo en
Coro se desmantela. Las tropas
independentistas tomaron la ciudad, iniciándose el tiempo de la guerra que se
extendió hasta 1823, período donde tienen papel protagónico estos
ejércitos regionales, los cuales estaban
organizados por compañías de blancos criollos y compañías de pardos. En este sentido es conveniente señalar la situación en la que se
encontraban los indios caquetíos de Santa Ana y Moruy para decidir no
participar en las tropas realistas, cuando habían sido y seguían siendo los más
fervientes y fieles defensores del Rey y de la corona española. ¿Por qué los
caquetíos no se incorporaron a los ejércitos realistas? ¿No fueron tomados en cuenta por la
dirección del grupo o fue exclusión por
parte de ellos? Este hecho indica el grado de desmoralización a la que habían
llegado y la inexistencia de un plan efectivo del movimiento realista en Coro,
y explica así el triste final de su sacrificio.
Como lo confirman los relatos que hace el Sr. Juan José García (8) en sus “memorias” sobre “la heroica defensa de la
perdida causa realista por parte de los indios caquetíos, defensa que tuvo su
mayor auge luego de la batalla de Carabobo”. Para Arcaya el relato del Sr.
García bien podría titularse: “el suicidio de los caquetíos”.
Pasamos a comentar su relato: Luego de la declaración de la independencia
de la Provincia
de Coro en 1821, la reacción de los caquetíos fue unánime “al mando de sus
caciques hereditarios, López y Núñez, se reunieron en la Plaza de Santa Ana, se
confesaron, comulgaron y juraron resistir la revolución y defender la causa del
Rey… Después de la Batalla
de Carabobo, los caquetíos fueron derrotados en San Francisco, pero cuando
volvieron a sus pueblos, unos a otros se echaron la culpa de su común
desgracia”. La muerte del cacique de
Moruy Martín López de la Chica
y la decisión del cacique de Santa Ana Juan Alberto Núñez de emigrar a Cabure
antes de “verse menospreciado”; luego que los indios, viéndose libres de todo
freno se desbordaban en “impetuoso torrente en la feroz anarquía”. El autor explica que a diferencia de algunos
caquetíos como los de Buenavista,
los de Santa Ana y Moruy
siguieron sosteniendo la causa del Rey a
través de un movimiento de guerrillas hasta después de la capitulación de
Morales en Maracaibo, el 3 de agosto de 1823.
Ni la expedición que D. Miguel de
La Torre (9), Jefe del Ejército Expedicionario de
Tierra Firme organizó a Paraguaná, con
un plan de reconquista de Venezuela, buscando el “levantamiento en masa de la Provincia de Coro a
favor del Rey”, ante la fidelidad
demostrada a toda prueba por los indios caquetíos, logró incorporarlos a sus
órdenes de mando. Ningún incentivo los hizo desistir de esa actitud, que les
llevaría, en 1823, al fatal desenlace de la inmolación masiva, cuando fueron
ajusticiados en el sitio denominado Justicia cercano a los pueblos de Santa Ana
y Moruy.
Juan José García (Ibíd, p.62), en su relato
explica el final de la guerra, así como las adversidades que experimentaron los
pueblos caquetíos, porque:
“Después que la guerra
terminó, Paraguaná quedó asolado, pues a tantas desgracias, saqueos y
calamidades de toda especie les siguió una gran escasez de lluvia dejando la
tierra esterilizada y sin recurso alguno. Muchísimos murieron de hambre, y
aquellos que sobrevivieron emigraron a otras provincias, donde los más de ellos
no volvieron a ver sus hogares”
De Santa Ana y Moruy, reseña además, la disminución de la población:
“Los dos pueblos de indios
que antes de la guerra pasaban de ocho mil almas, después de ella no llegaban a
un mil ochocientas. Las guerras, el hambre y las emigración habían acabado con
ellos” (Ibidem).
La existencia de la
República de Colombia desde 1819, la proclamación de la
independencia en Coro en 1821, el triunfo de la Batalla de Carabobo en
Junio de ese año y los cambios ocurridos en España durante el trienio liberal
entre 1820-1823; período donde toma forma la nación española, en la cual no
tenían cabida en condición de ciudadanos
todos los súbditos americanos, son hechos que favorecen la finalización
de la contrarrevolución realista y el triunfo de la guerra de independencia.
Conclusión
La
lealtad del coriano realista fue una actitud asumida tanto por los mantuanos
como por los indígenas caquetíos. Estos
más fieles que leales, ya que la actitud de ellos es de una fidelidad ciega,
por encima de todo eran fieles, hasta el último momento. Arcaya (Ibíb. p. 137),
explica como en los pueblos indios fue unánime hasta lo último y verdaderamente
heroica la fidelidad al Rey, conducta que se explica por la fuerza de las ideas
religiosas y la leyenda de la “alianza de su antecesor Manaure con los
conquistadores españoles”. Este grado de
convicción sobre la lealtad que los indios caquetíos tenían con el Rey y con su
Cacique Manaure, era de tal intensidad que bien pudiera asociarse con la
inmolación de centenares de caquetíos en 1823, en el sitio denominado
“justicia” vecindario cercano a Moruy, ante su persistencia de continuar
defendiendo al Rey, causa que creían justa. Este es el testimonio fiel de una
manera de vivir y de morir por lo que se Cree.
Los
interrogantes que nos planteamos en esta ponencia nos llevó a reflexionar sobre
los sentimientos de lealtad y fidelidad expresada por los indios caquetíos, que
explica tal vez, su comportamiento y
compromiso con un ideal, con una creencia, tan internalizada que generó que
hacia el rey se configurara una particular adhesión de fidelidad anclada más en
el sentimiento que en la razón. Estos
sentimientos de solidaridad
y lealtad personalizaron el quehacer histórico de los corianos
constituyéndose en símbolo de su idiosincrasia. Historiadores venezolanos han dedicado especial atención a este
carácter del coriano. Ramón J. Velásquez
(1982, p.3) lo concibe como “…réplica
del cacicazgo (que)… alzaba en Coro… el gran Manaure… Ya en estas gentes indias
encontramos talladas algunas de la condiciones que individualizaran al coriano
en el futuro”. Carlos Siso (1982, Tomo II p.195), cuando explica la formación del carácter venezolano, destaca el
instinto gregario de los pueblos caquetíos corianos, dice:
“Con
una influencia saludable contrarresta en el carácter nacional el individualismo
heredado, el admirable instinto gregario de las poblaciones del Estado Falcón,
descendientes de la nación caquetía, cuyo espíritu de solidaridad es tan firme,
que en nuestras crisis políticas han contribuido a compactar la República , a mantener la
cédula social y a salvar el imperio de las Instituciones. Aprovechando el instinto gregario de la
ascendencia indígena, en casi todas nuestras revoluciones, el gobierno ha recurrido
a las poblaciones del Estado Falcón para crear ejércitos, cuyo espíritu de
disciplina es garantía de orden y de seguridad social”
Por eso no sólo concebimos la lealtad del coriano en un
momento de su devenir histórico, por su postura
a la Monarquía española
-ya sea por motivos religiosos o por la palabra empeñada del Cacique
Manaure en el pacto con Ampíes- sino que ésta signó posteriores actitudes. De
allí que entendemos también que lealtad
fue la de Coro a la
República , al calibrar su vida republicana.
(1) Este autor utiliza el término disputa (dice) como lo utilizara Bolívar en “un momento de particular agudización de la guerra en junio de 1814, para referirse al enfrentamiento entre quienes luchaban por romper el nexo colonial y quienes lo hacían por mantenerlo, y en aquel momento la apreció como una situación en la cual ambos contendores podrían resultar perdedores. Germán Carrera Damas, La disputa por la independencia (p. 49).
(2) En su Memorial, Ampíes describe el momento: “el indio mensajero de Manaure, con el cacique Don Juan de Baracuyra o Baracoyca”,quien residía en las islas y era pariente de los de tierra firme, embarcaron a Santo Domingo con Gonzalo de Sevilla, con el fin de rogarle que los recibiera “como a los otros”, en este caso se refiere a los caquetíos de las islas de los Gigantes que tenía bajo su protección, para que los mantenga al igual que éstos, bajo su gobernación y su “mamparo”.( Citado por Demetrio Ramos Pérez. La fundación de Coro Venezuela. Una singularidad histórica. p. 165)
(3) Este autor afirma que el hombre (“homo religiosus”) en un momento de su devenir histórico, “toma conciencia de una realidad trascendente que da al mundo su verdadera dimensión de perfección”, lo cual no es otra cosa que la irrupción o descubrimiento de lo sagrado desde la experiencia religiosa vivida, expresada a su vez, como un poder diferente al natural, y algo distinto a sí mismo”.
(4) Véase: Monseñor Francisco Maldonado. Los seis primeros Obispos de Venezuela. ANH.
(5) El Obispo Gonzales Acuña en el Auto, Señala: "Ordenamos y mandamos al cura doctrinero que al presente y adelante fuere tenga en su poder los testimonios de las Reales Cédulas y Provisiones que son despachadas a favor de los naturales de la Real Corona de esta provincia de Paraguaná, Casicure, Río del Tocuyo, Cumarebo, y todas las veces que los dichos naturales fueren agraviados; así en ocuparles las tierras que les pertenecen para ser labores y crianzas como en sacarlos de sus pueblos y naturaleza para la ciudad de Coro donde han sido detenidos por largos tiempos y despachados por arrieros a otras partes de la provincia, de que se han seguido graves inconvenientes apartándolos de sus mujeres e hijos y despoblarle los pueblos. Como de la visita que hemos hecho consta, y parece el dicho cura los defienda. Intime y presente las dichas Reales Cédulas y Provisiones ante las justicias de la ciudad de Coro y pido requiera con ellas se les dé su entero cumplimiento, y se declaren por incursos en las penas impuestas, a los transgresores de ellas;..." ) A.P.A. de Ca. Episcopales. 1678. Carpeta 13 y 16. Desde el siglo XVII, encontramos documentos donde los caquetíos enfrentan despojos de sus tierras, tal fue el caso de la denuncia y los autos que a favor de estos indígenas dictó el Obispo González de Acuña en 1678. A .P.A. de Ca. Episcopales. 1678. Carpeta 13 y 16.
(6) Estos reclamos fueron frecuentes finalizando el siglo XVIII, entre 1790 y 1799 encontramos en el Registro Principal de Ca. Documentos sobre reclamos de tierras de los pueblos caquetíos de Sta. Ana en 1789 y 1792. En el Archivo General de la Nación , de los pueblos de Moruy y Mitare en 1790- 1793.
(7) “Cargo en depósito y abono a la caja de 54 pesos siete reales valor de un comiso hecho por Don Santiago Martínez cacique de los indios caquetíos de la Real Corona en los partidos de Capatárida… 1785” . En A.G.N. Real Hacienda. Entrada y Salida de Caudales. Nº 1630.
(8) El Sr. Juan José García“nació en Moruy por los años de 1811 a 1814... conocía todos los incidentes del alzamiento de dichos dos pueblos por las referencias de sus padres y muchas personas que lo habían presenciado”. Así lo presenta el Dr. Pedro Manuel Arcaya en la transcripción que se hace de sus memorias en el libro: (1974. PP. 45-47).
(9) Informe de La Torre a la Gobernación de Ultramar el 11 de Enero de 1821. Archivo Nacional de Madrid. (Estado.8735-134).
REFERENCIAS
1) Archivo Arzobispal de
Caracas. Sección: Episcopales
2) Archivo General de la Nación.
La Colonia. Sección: Diversos.
6) Arcaya, Pedro Manuel (1974). La Guerra de Independencia
en Coro y Paraguaná. Cromotip, Caracas.
7) Carrera Damas, Germán (1996) La disputa por la Independencia. Editorial Melvin. Caracas-Venezuela
9) Diccionario de la Lengua Española (1803) Compuesto por la R.A. Española.
Impresora de la Real
Academia. Madrid. Pág. 1237 y 405
14) Reis, Julián (1995). Tratado
de Antropología de lo sagrado.
Editorial Trotta, S.A.Madrid.
15) Siso, Carlos (1982)
La formación del pueblo
venezolano. Tomo II. 6ª. Edición, publicado por el “Escritorio Siso”
Editorial. Madrid--España.
16) Vovelle, Michel (1985).
Ideologías y mentalidades. Editorial Ariel, S.A. Barcelona
17) Velásquez, Ramón José. (1962) Coro, Raíz de Venezuela. Coro- Estado Falcón.
SÍNTESIS CURRICULAR
Elina Lovera Reyes.
Profesora
Titular de la
Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Instituto
Pedagógico de Caracas. Profesora de Historia y Ciencias Sociales del IPC- UPEL Magíster
en Historia de las Américas y Doctora en
Historia de la
Universidad Católica Andrés Bello. Publicaciones: Libros:
(2006) De leales monárquicos a
ciudadanos republicanos. Coro 1810-1858, Academia Nacional de la Historia ; (1996) “Las mujeres y la Iglesia en los tiempos
coloniales”, en: La mujer en la Historia de Venezuela,
Congreso de la República
de Venezuela; (1986) “Método,
técnicas y procedimientos en un estudio de Coro en el siglo XVIII”, en: La Región
Histórica , Tropykos.
Artículos en Revistas: (2000)
“Misticismo en los conventos de monjas de la Provincia de Venezuela”,
Tiempo y Espacio Nº33, IPC; (1994)
“Coro y su región histórica”, Boletín
del Centro de Historia del Estado Falcón Nº40; (1990) “Autonomía y realismo
en la actitud de la ciudad de Coro durante la independencia”, Anuario Bolivarium Nº I, de la Universidad “Simón
Bolívar”; (2007) “La
construcción interrogativa en la enseñanza de la Historia ”, Geodidáctica Nº 2 vol. I.